domingo, 25 de agosto de 2024

Cervezas: Guinness

-País: Irlanda

-Tipo: Stout

-Graduación: 4,2º

-Cervecera: Guinness Brewery

La historia de la Guinness se remonta a 1759, cuando un joven emprendedor llamado Arthur Guinness firmó un audaz contrato de arrendamiento por 9000 años a £45 por año para una cervecería en St. James's Gate, Dublín. En una época en la que la cerveza importada dominaba el mercado irlandés, Guinness vio una oportunidad y decidió apostar por la producción de una stout, una cerveza oscura y robusta, que se diferenciara de la competencia. En aquellos primeros años, la producción era modesta y la distribución se limitaba a las localidades cercanas. Sin embargo, la calidad de la cerveza y la visión de Guinness pronto dieron sus frutos. La Guinness se hizo popular entre los irlandeses, y su reputación comenzó a extenderse más allá de las fronteras de Irlanda. A lo largo del siglo XIX y XX, la Guinness se expandió por todo el mundo, convirtiéndose en una bebida emblemática de la cultura irlandesa. Su icónica pinta, con su densa espuma y su color negro intenso, se ha asociado con momentos de celebración y camaradería.

El arpa, símbolo emblemático de Irlanda, se entrelazó con la identidad de Guinness en el siglo XIX. Benjamin Lee Guinness, visionario y miembro de la familia fundadora, reconoció el potencial del arpa como un símbolo que unificaría a la nación irlandesa y, al mismo tiempo, fortalecería la marca Guinness. En 1862, el arpa, específicamente el Arpa de Brian Boru, el instrumento irlandés más antiguo, fue adoptada oficialmente como el logotipo de Guinness. Esta decisión no fue arbitraria; el arpa representaba la cultura, la historia y el espíritu irlandés, valores que Guinness buscaba encarnar en su marca. A lo largo de los años, el arpa ha evolucionado junto con la marca, pero siempre ha mantenido su esencia como símbolo de Irlanda y de la Guinness. Hoy en día, el arpa dorada es reconocible en todo el mundo como un icono de la cerveza irlandesa y un símbolo de calidad y tradición. La decisión de Guinness de adoptar el arpa como símbolo fue una jugada maestra que ha perdurado hasta nuestros días, convirtiendo a esta cerveza en mucho más que una simple bebida, sino en un emblema de la cultura irlandesa.

Servir una Guinness es todo un arte que requiere precisión y paciencia. Lo primero es seleccionar un vaso adecuado, preferiblemente un Gravity Glass, diseñado específicamente para esta cerveza. Este vaso permite que se forme una densa y cremosa capa de espuma. A continuación, se inclina el vaso unos 45 grados y se vierte la Guinness lentamente hasta aproximadamente dos tercios de su capacidad. En este punto, se deja reposar para que se asiente el gas y se forme la característica espuma. Una vez que la espuma se haya estabilizado, se completa el llenado del vaso. Debido a la naturaleza espumante del nitrógeno debe dejarse reposar tras su vertido un rato antes de que este gas se desvanezca del todo La temperatura ideal de servicio es de alrededor de 6°C, lo que permite apreciar al máximo los aromas y sabores de la cerveza. Este método de servicio, que puede parecer elaborado, es esencial para disfrutar de la Guinness en su máximo esplendor, ya que garantiza una espuma cremosa y persistente, y permite que los aromas se desarrollen de manera óptima.

A la vista, la Guinness presenta un color negro intenso con destellos rubí, que invitan a descubrir un mundo de sabores profundos. Su espuma es una de sus señas de identidad: densa, cremosa y de color beige, forma una capa persistente que corona la pinta. Esta espuma no solo aporta una textura agradable al paladar, sino que también actúa como una barrera que conserva los aromas de la cerveza.

En nariz, la Guinness despliega un abanico aromático complejo y seductor. Predominan las notas de malta tostada, que recuerdan al café, el chocolate negro y el pan de centeno. A estas se suman sutiles toques de lúpulo, que aportan un ligero amargor y un aroma herbal. También pueden percibirse aromas a frutos secos y caramelo.

Al llevarla a la boca, la Guinness revela un sabor intenso y equilibrado. El sabor maltoso es el protagonista, con notas a café, chocolate y caramelo que envuelven el paladar. El amargor del lúpulo está presente, pero de forma suave y equilibrada, complementando los sabores maltosos. El cuerpo de la Guinness es medio a completo, con una textura cremosa y aterciopelada que persiste en el paladar. El retrogusto es ligeramente amargo, con notas tostadas y un toque de dulzor que invita a tomar otro sorbo.

La Guinness combina a la perfección con carnes rojas como el cordero, el buey o la ternera, especialmente cuando están cocinadas a la parrilla o en guisos. Sus notas tostadas y ligeramente amargas complementan a la perfección los sabores umami de la carne. Los quesos fuertes y maduros, como el cheddar añejo, el azul o el gouda ahumado, también son excelentes compañeros para la Guinness. La combinación de la cremosidad de la cerveza con la intensidad del queso crea una experiencia gustativa inolvidable. Además, los platos picantes como los chili con carne o las fajitas caseras encuentran en la Guinness un aliado perfecto, ya que su carácter robusto ayuda a equilibrar el picante. Por último, los postres de chocolate negro son una opción clásica y deliciosa para acompañar una Guinness. La combinación de los sabores amargos del chocolate con las notas tostadas de la cerveza crea un final dulce y satisfactorio.

Tipos de cerveza Guinness más populares:

  • Guinness Draught: Esta es la Guinness clásica que todos conocemos, la stout negra de barril con una densa y cremosa espuma. Es la cerveza que ha hecho famosa a la marca y se caracteriza por su sabor maltoso, con notas a café y chocolate.

  • Guinness Foreign Extra Stout: Una versión más fuerte y robusta de la Draught, con un sabor más intenso y un final más amargo. Ideal para quienes buscan una experiencia más intensa.

  • Guinness 0.0: Para aquellos que desean disfrutar del sabor de la Guinness sin alcohol, esta versión sin alcohol te permite saborear el característico sabor de la marca sin preocuparte por el contenido alcohólico.

  • Guinness Hop House 13: Una lager rubia más ligera y refrescante, con un toque cítrico y lupulado. Perfecta para quienes buscan una alternativa más ligera a la stout tradicional.

  • Guinness Smooth: Una stout más suave y cremosa, con un sabor menos intenso y un final más dulce. Ideal para quienes prefieren las cervezas con un perfil de sabor más equilibrado.

  • Guinness Cold Brew Coffee Beer: Una colaboración entre Guinness y la industria del café, esta cerveza combina el sabor intenso de la Guinness con notas de café frío. Es una opción innovadora para los amantes de ambas bebidas.

  • Guinness Original: Una versión en botella de la Guinness Draught, perfecta para disfrutar en casa.

Como ultimo detalle comentare sobre la widget, la bola blanca que esta dentro de la lata de guinness y que todos hemos sacado para verla alguna vez.

¡Excelente pregunta! La pequeña bola blanca que encontrarás dentro de las latas de Guinness tiene una función muy importante y es clave para disfrutar de la experiencia completa de esta cerveza.

¿Qué es?

Esa bolita, conocida como "widget", es una esfera hueca de plástico con un pequeño orificio. Puede parecer una pelota de ping-pong en miniatura y está diseñada específicamente para las latas de Guinness.

¿Para qué sirve?

El widget cumple una función fundamental: simular la experiencia de servir una Guinness directamente del barril.

  • Creación de espuma: Cuando abres la lata, la presión interna hace que el gas y el líquido se desplacen hacia el widget. Al salir de la lata, este gas se mezcla con la cerveza, creando una espuma densa y cremosa, muy similar a la que obtienes en un pub irlandés.

  • Preservación del sabor: Además de la espuma, el widget ayuda a mantener los sabores y aromas característicos de la Guinness, asegurando que cada sorbo sea una experiencia auténtica.

¿Cómo funciona?

  1. Enlatado: Durante el proceso de enlatado, se introduce nitrógeno líquido y dióxido de carbono en la lata, junto con el widget.

  2. Al abrir la lata: Al abrir la lata, la presión se equilibra y el gas contenido en el widget se libera, mezclándose con la cerveza y creando la espuma.

  3. Experiencia completa: El resultado es una pinta de Guinness con una espuma cremosa y persistente, y un sabor intenso y complejo, tal como si la hubieras servido directamente del barril.

En resumen, el widget es una pequeña pieza de ingeniería que permite a Guinness ofrecer una experiencia de consumo consistente y de alta calidad, incluso en una lata. Gracias a él, puedes disfrutar de todos los matices de sabor y aroma de esta cerveza emblemática en cualquier lugar.




jueves, 15 de agosto de 2024

¿Por qué nos gusta el alcohol? Teoría del mono borracho, parte 1

Nuestra atracción por el alcohol tiene orígenes evolutivos. Se cree que nuestros antepasados, los monos que se alimentaban principalmente de frutas, consumían el alcohol que se producía de forma natural en las frutas maduras que comían. Esta idea, conocida como la hipótesis del mono borracho, fue propuesta por el biólogo Robert Dudley. Según Dudley, nuestra afición por beber alcohol se remonta a millones de años atrás.

¿Cómo es posible esto? Las frutas maduras contienen azúcares que, gracias a la acción de las levaduras presentes en las frutas, se transforman en etanol a través de un proceso llamado fermentación. Este proceso puede generar concentraciones de alcohol de hasta un 7% en algunas frutas. Estudios científicos han demostrado que la aparición de la fermentación por levaduras y la producción de etanol coincide con el surgimiento de las frutas carnosas y ricas en azúcar durante el período Cretácico. Esto sugiere que nuestros antepasados monos evolucionaron para encontrar el alcohol presente en las frutas no solo agradable, sino también beneficioso, lo que podría explicar por qué los humanos de hoy en día sentimos una atracción hacia el alcohol.
Los primates, incluidos nuestros ancestros humanos, podrían haber desarrollado una preferencia innata por las frutas fermentadas gracias a su agudo sentido del olfato. El aroma del etanol, un componente del alcohol, actúa como una señal olfativa que indica la madurez de una fruta y, por lo tanto, su alto contenido energético. En los bosques tropicales, donde los alimentos son escasos y cambian constantemente, la capacidad de detectar el etanol a través del olfato habría sido una ventaja evolutiva significativa. Al seleccionar frutas con mayor contenido de etanol, los primates garantizaban una ingesta calórica más elevada, ya que el etanol es una fuente de energía muy concentrada. En apoyo de la hipótesis del mono borracho se encuentra un amplio estudio genético realizado en más de 100.000 individuos que encontró un gen llamado KLB que se asocia con el consumo de alcohol. Alrededor del 42% de las personas heredan una versión de este gen que hace que tengan muy baja tendencia al consumo de alcohol respecto a la versión observada en la mayoría de las personas.

Por otra parte, a los ratones modificados genéticamente a los que se ha eliminado el gen KLB les gusta mucho el alcohol y siempre que pueden eligen beberlo. Este gen codifica el coreceptor beta-cloto de una hormona denominada FGF21, es decir, factor de crecimiento de los fibroblastos 21. Esta hormona se forma en el hígado cuando hay disponibilidad de azúcares y actúa sobre el cerebro para suprimir la preferencia por los dulces a través de sus efectos sobre el hipotálamo, lo que induce a la hormona liberadora de corticotropina, que es a la vez un potente modulador del consumo de alcohol. La administración de FGF21 reduce además los niveles tisulares de dopamina, un importante neurotransmisor. Así pues, el FGF21 actúa de forma coordinada en múltiples regiones cerebrales para modular tanto los comportamientos relacionados con la búsqueda de azúcares como de alcohol. No sólo los monos tienen preferencia por las frutas maduras con alcohol, sino que otros animales también están expuestos al etanol en su dieta o pueden buscarlo activamente.

Nuestros parientes evolutivos más próximos, los chimpancés, muestran un comportamiento interesante al elaborar herramientas rudimentarias con hojas para alcanzar y consumir la savia fermentada de ciertas palmeras. Además, demuestran una clara preferencia por frutas maduras, las cuales contienen cantidades apreciables de alcohol natural. Se plantea la hipótesis de que esta dieta, rica en etanol, guarda similitudes con la que habrían tenido nuestros ancestros homínidos. Esto sugiere que la exposición a niveles bajos de alcohol podría ser una característica evolutiva que ha acompañado a nuestra especie durante millones de años. Si el consumo de alcohol se originó principalmente a través de la ingesta de frutas, entonces es lógico pensar que la evolución habría favorecido el desarrollo de mecanismos biológicos que permitieran aprovechar al máximo los beneficios del etanol, al tiempo que minimizaran sus efectos perjudiciales. Sin embargo, es probable que concentraciones elevadas de alcohol resultaran tóxicas para nuestros antepasados.

Esta idea encuentra respaldo en diversos estudios científicos. Por ejemplo, en experimentos con moscas de la fruta se ha observado que la longevidad y la capacidad reproductiva aumentan cuando se exponen a niveles bajos de alcohol en el ambiente, pero disminuyen tanto en ausencia total de alcohol como en presencia de concentraciones muy altas. De manera similar, investigaciones en roedores han demostrado que una ingesta moderada de alcohol se asocia con una menor tasa de mortalidad. En el caso de los humanos, estudios epidemiológicos a gran escala sugieren que un consumo moderado de alcohol podría reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y aumentar la esperanza de vida en comparación con la abstinencia total o con un consumo excesivo.

¿Cómo metabolizamos el alcohol?

Una vez consumimos una bebida alcohólica, el componente principal, el etanol, inicia un recorrido por nuestro organismo. Es absorbido en parte por el estómago, pero la mayor parte de este proceso ocurre en el intestino delgado. Desde allí, el etanol viaja a través de la vena porta hasta llegar al hígado, un órgano vital que actúa como un filtro. En el hígado la eliminación del etanol comienza con su oxidación a un compuesto denominado acetaldehído.

Es un compuesto más oxidado que el alcohol. Esta transformación puede ser realizada por unas enzimas denominadas alcohol deshidrogenasas. El acetaldehído se oxida aún más gracias a la enzima aldehído deshidrogenasa o ALDH. Esta oxidación conduce a la formación de la molécula de ácido acético la cual se continúa metabolizando hasta anídrido carbónico, CO2 y agua, a la vez que proporciona energía metabólica. El acetaldehído es el principal responsable de la ebriedad y efectos dañinos que produce el alcohol. Es un compuesto volátil, con un olor afrutado parecido a las manzanas.
Es el principal factor de la resaca alcohólica. Al ser eliminado por el pulmón, produce el olor característico del aliento y su eliminación a través de la piel causa rubor facial porque induce la liberación de histamina y bradiquinina, las cuales causan vasodilatación y enrojecimiento facial. Por otra parte, una acumulación crónica de acetaldehído interfiere en la síntesis y reparación del material genético, del ADN, formando compuestos cancerígenos. En el cerebro, el alcohol produce interferencias al unirse a neurotransmisores y señalizadores. Además, la adicción que causa el etanol está relacionada con un producto de condensación entre el acetaldehído y la dopamina, denominado R-salsolinol.

El balance entre la actividad de estas dos enzimas, la alcohol deshidrogenasa y la aldehído deshidrogenasa, es lo que regula la concentración de acetaldehído y, por tanto, los efectos indeseables del alcohol. Afortunadamente, la oxidación del acetaldehído por la aldehído deshidrogenasa es extremadamente eficaz, de modo que los niveles circulantes de acetaldehído suelen ser unas mil veces inferiores a los de etanol. Es claro que una baja actividad de esta última enzima, la aldehído deshidrogenasa, conduce a una acumulación del acetaldehído.
Se conocen variantes genéticas en los genes de la alcohol deshidrogenasa y de la aldehído deshidrogenasa en las poblaciones humanas que condicionan el consumo de alcohol. En particular, hay una variante en el gen de la aldehído deshidrogenasa que hace que la enzima tenga una acción lenta para destruir el acetaldehído. Esta variante se hereda con alta frecuencia en personas del este de Asia, a las que causa una acumulación tóxica de acetaldehído tras el consumo de etanol. Esta variante hace que las tasas de alcoholismo tiendan a ser mucho más bajas en las poblaciones de Asia oriental como consecuencia de los efectos disuasorios del consumo de etanol debido a la acumulación de acetaldehído, el cual produce náuseas, dolor de cabeza, vasodilatación y broncoconstricción. Hay 6 genes en el genoma humano que codifican las enzimas de alcohol deshidrogenasa y 12 genes para la aldehído deshidrogenasa. El hecho de que tengamos tantos genes para metabolizar alcohol se debe a que necesitamos detoxificar el etanol en distintos órganos y tejidos, pero también debemos transformar otros compuestos importantes para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.

El estudio de los genes de las alcohol deshidrogenasas a lo largo de la filogenia, o relación de parentesco, de los homínidos, nos muestra que una adaptación ha ido mejorando su eficiencia, al menos en una de ellas, la denominada ADH4, que por alguna razón está producida por el gen llamado ADH7. La ADH4 es una de las formas de alcohol deshidrogenasa presentes en los mamíferos y se encuentra principalmente en la boca y el tracto digestivo. Esta enzima es importante para metabolizar el etanol después de la toma oral, pero también tras comer frutas fermentadas u otros alcoholes potencialmente tóxicos que se encuentran en las hojas, lo que sugiere que la ADH4 puede haber evolucionado junto con la dieta. Esta enzima, la ADH4, mejoró dramáticamente la capacidad de metabolizar el etanol tras la división entre el linaje que condujo a los orangutanes y a los demás grandes simios, incluidos los humanos. Con los chimpancés, los bonobos y los gorilas, compartimos una mutación, concretamente un cambio de un solo aminoácido, una alanina por una valina, en la posición 294 de esta enzima del gen ADH7, que mejora 40 veces la eficiencia de la enzima para oxidar el etanol a acetaldehído. Se calcula que esta mutación se produjo hace unos 10 millones de años, coincidiendo con la época en la que nuestros ancestros primates bajaron de los árboles y adoptaron un estilo de vida más terrestre, sin abandonar por completo todavía la seguridad de trepar a un árbol
Este cambio en su modo de vida posiblemente les generó un mayor acceso a ingerir frutos fermentados que se encontraban en el suelo, caídos de los árboles, con lo que se incrementaría el contenido de etanol de su dieta. Como hemos comentado, esta hipótesis del mono borracho postula que la capacidad de metabolizar el alcohol de manera más eficiente, en comparación con otros primates, pudo permitir a nuestros ancestros contar con una ventaja evolutiva al obtener más calorías de los alimentos fermentados.